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El templo de Pashupatinath es un lugar de culto religioso tanto para budistas como para hinduistas. La vida y la muerte se ven cara a cara en este templo situado en el Valle de Katmandú, a las afueras de la ciudad: es un lugar que no deja indiferente a nadie.
Llegamos a pie desde el distrito de Buda de Katmandú; nada más salir de Buda Gate tuvimos que seguir una calle recta durante aproximadamente media hora hasta llegar al templo. La pobreza que vimos al recorrer esta calle fue absolutamente desoladora, no hay aceras ni asfalto, todo está lleno de basura, todo tipo de vehículos y personas circulan por la misma carretera, mientras que los niños juegan con la basura en las esquinas.
Al llegar al templo, tuvimos que pagar 1000 rupias (8€) por persona para entrar (no sabemos si era estrictamente necesario, creemos que nos vieron cara de turistas perdidos y nos cazaron), y un nepalí nos hizo de guía. Al final de la visita, el nepalí nos dijo que teníamos que pagarle por el tour que nos hizo, aunque no mencionó nada sobre el dinero cuando se nos acopló; de todas formas, mereció la pena que nos acompañase, porque nos contó un montón de cosas sobre el templo de Pashupatinath que de otra manera no hubiésemos sabido.
El complejo está situado en torno al río Bagmati, que desemboca en el río Ganges en la ciudad de Varanasi, también conocida por sus rituales mortuorios. Por ello, Pashupatinath está considerado como un pequeño Varanasi. Como los dos lugares son considerados sagrados por los hindúes, a veces se suele representar Pashupatinath con una cabeza, y Varanasi con una cola, describiendo así, de manera simbólica, la situación geográfica de ambos lugares.
El camino hacia la muerte
Dentro del complejo, hay un edificio blanco que es una especie de hospedería para las personas moribundas. El objetivo de este lugar, es que la persona esté lo más cerca posible del santuario en sus últimos días, para que puedan hacerle el ritual lo antes posible cuando fallezca. La hospedería recibe personas las 24 horas del día 7 días a la semana.
Nosotros vimos cómo trasladaban a una persona en una camilla. El guía nos contó que muchas veces, las personas deciden que ha llegado su momento de morir, y ellos mismos piden que se les acerque a la hospedería. Ha habido algún caso, en el que el paciente ha mejorado, y lo han devuelto a casa, pero la mayoría de las veces, fallecen al poco de llegar.
El ritual
Una vez que ha muerto la persona, la lavan con agua del río, y la envuelven en sábanas naranjas (en la cultura hindú, cada color tiene un significado). A lo largo del río hay unas plataformas en las cuales construyen estructuras de madera, sobre la que depositan el cadáver envuelto en sábanas, posteriormente lo cubren de paja y le prenden fuego. El manejo de las maderas y el fuego, es responsabilidad de las personas de la segunda casta, solo ellos pueden hacerse cargo de preparar y manejar el fuego; la familia espera en una segunda línea hasta que todo se haya reducido a cenizas. Se necesitan tres horas para incinerar a los hombres, y cuatro para las mujeres. A veces, si alguna parte del cuerpo no se ha incinerado del todo, se suele enterrar en el río, que tiene muy poca profundidad, y los restos suelen ser inmediatamente profanados por los perros que deambulan por el templo, ya que estos animales, son sagrados, al igual que las vacas y los monos. De hecho, creen en que las personas que son incineradas en Pashupatinath, se reencarnan en los animales del templo.
Una vez se ha acabado el fuego, y todo se ha reducido a cenizas, lo echan todo al río.
Nosotros vimos cómo trajeron un cadáver de un joven en un ataúd que habían enviado por mensajería, el ataúd estaba envuelto en plástico, y tenía pegatinas que rezaban «frágil». Pudimos ver cómo lo lavaban con agua del río Bagmati, y cómo lo colocaban sobre la estructura de madera.
La otra cara, la vida
En la parte superior del complejo, hay unas pequeñas construcciones de piedra, adornadas con todo tipo de simbología hinduista; dentro, albergan una pequeña figura de forma fálica que representa la fertilidad. Por ello, cuando se casan, los hindúes acuden a este lugar para llevar a cabo un rito y pedirles hijos a los dioses.
¿Qué más ver en Pashupatinath?
Hay muchas otras cosas que ver en Pashupatinath, los creyentes tiran monedas sobre una estructura de forma piramidal desde una balconada: cuanto más alta queda la moneda, mayor prosperidad se tendrá en el futuro. Lo curioso es que hay niños callejeros escalando la estructura continuamente para hacerse con el dinero. También hay unos monjes que se pasan el día fumando hachís, haciendo yoga y cobrando a los turistas por hacerse fotos con ellos. Todo el complejo está plagado de monos, que saltan y corretean alegremente de un lugar a otro.
Pashupatinath es uno de esos lugares que hay que visitar para entender realmente lo que representa, ya que no es una atracción en la que se vea, se escuche, se huela, se toque o se saboree, es una atracción en la que se siente.
No entiendo esto de ir a mirar los últimos ritos de personas desconocidas simplemente porque estes en otro país. O igual se puede vender ir a ponerse al lado de los entierros en los cementerios en Europa, y a ver que hacen/dicen los familiares y amigos.
Pues a mí, por el contrario, me parece mucho más interesante que ir a ver piedras que ya has visto en mil fotos y documentales, vivir y convivir con la gente del lugar y empatizar con las personas. Se aprende mucho, otras visiones de la vida, otras perspectivas, otra forma de vivir y morir… mucho más enriquecedor que el turismo estándar.