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Se trata de una ciudad sagrada a las puertas del desierto del Rajastan, un oasis comparado con las caóticas ciudades turísticas de alrededor como Jaipur o Jodhpur, un lugar en el que poder pasarse una larga temporada disfrutando de su típico mercado, su excelente comida vegetariana y su oferta de actividades como Yoga, masajes, etc.
Quehaceres en Pushkar
Pushkar es un sitio que sin duda merece la pena, no solo ir y visitarlo por un par de días, si no quedarse por una larga temporada e intentar conectar con la espiritualidad, la cual, la ciudad desborda.
El 100% de la comida es vegetariana, debido a este hecho de lugar sagrado para los hinduistas, incluidos los huevos no están permitidos, tampoco las bebidas alcohólicas, si bien es cierto que para los turistas todo es posible.
Además de la comida, Pushkar es conocido por sus Lassis, o, mejor dicho, por sus Bhang Lassis, sin muchas más pistas que dar puedes tener unos viajes muy divertidos.
Este lugar es también conocido por su mercado, su variedad de productos, su facilidad para comprar cosas típicas, ropa, y abalorios gracias a su precio económico, comparado incluso con el resto de India.
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Alojamiento y modos de acceso
Alojamiento: Pushkar es un lugar bastante barato a todos los niveles, nos alojamos en el hotel Milk Man, un sitio genial con un ambiente genial, una habitación triple por 7 euros aproximadamente.
Comida: Puedes hacerla por 2 – 2’50 euros cada una de ellas, por persona.
Modos de acceso: Tiene estación de tren propia, si no, Ajmer es una ciudad más grande e importante, también con estación de tren mejor conectada desde diferentes sitios, esta a tres kilómetros de Pushkar y se puede acceder en Tuk-tuk fácilmente.
Aviso importante
La ciudad esta dispuesta alrededor de un lago, el primer contacto para los turistas con el lago puede convertirse en una pequeña mala experiencia, también para nosotros que al llegar allí, unos cuantos indios con flores te abordan y prácticamente te obligan a realizar una ofrenda al lago con la premisa de todo “free”, solo si se desea realizar una ofrenda al final de la ofrenda, esto evidentemente no es así.
El proceso es “sencillo”, su estrategia es, si vas en grupo, separarte uno por uno, realizas la ofrenda por Shiva, por Ganesh, “happy family”, “happy life”, “happy everything” y un largo etcétera de rituales y ofrendas típicas para ellos, todo genial. Tras ello, empiezan las técnicas agresivas para sacarte el dinero, empiezan a preguntarte por tu moneda, te dicen que la gente suele donar una barbaridad de dinero como 50 euros, que ese dinero va a los pobres, para darles de comer.
Esto es típico India, al final, Aitor y yo, donamos en contra de nuestra voluntad y cara perro nos fuimos de allí. El amigo francés con el que íbamos no quiso pagar ni una rupia y al final acabamos teniendo una pequeña discusión con ellos. Sin pasar a mayores, escapamos de allí lo antes posible. Es por ello que, a modo de advertencia, Pushkar es un sitio obligatoriamente a visitar, pero teniendo en cuenta estas pequeñas cosas tan típicamente Indias.
Pushkar nos enamoró, nos habríamos quedado más tiempo (finalmente nos quedamos 4 noches) pero debido al ajustado calendario del que disponíamos nos marchamos antes de lo deseado. Con destino Jaisalmer, la ciudad en pleno desierto donde una noche en el desierto tras un safari en camello nos esperaba.