En una aldea típica de Montenegro: Obarde

Obarde está en Montenegro, pegado a la frontera con Serbia, y es una aldea típica de la zona de los Balcanes con casas de madera de un diseño realmente característico. Dicen que el agua de esa aldea tiene propiedades curativas, y yo que soy de lo más escéptico me lo creo, ¿por qué?

Llegamos a Obarde en coche desde Prijepolje, fuimos a visitar al hermano del abuelo de Maks, que vive con su mujer en una cabaña hecha por él mismo y que no tiene demasiadas comodidades, para que os hagáis una idea, el baño está fuera. Pero fuera de verdad.

Fuimos en el coche de los familiares serbios, porque el coche tiene matrícula serbia y porque es conocido para los guardas de la frontera. Aun así, tuvimos problema, y es que al entrar en Serbia te dan un papel que te tienen que ir rellenando allí donde te quedes a dormir. Nosotros no estuvimos en ningún hotel, estábamos hospedados en casa de familiares de mi amigo Maks, así que tuvimos que escuchar la bronca del guarda fronterizo: un maromo de la leche que intimidaba bastante.

En la aldea hay unas pocas casas, un pequeño cementerio y la famosa fuente curativa. Aun así Obarde es un lugar con mucha historia, durante las guerras mundiales todo tipo de tropas cruzaron la zona, y utilizaban el poblado como campamento de vez en cuando. Decía el abuelo que los alemanes fueron muy educados y respetuosos, pedían comida y bebían de la fuente, no más, pero que los italianos eran unos chulos que menospreciaban a los lugareños.

La cabaña en la que viven actualmente tiene corriente eléctrica, pero la anterior cabaña, que está unos 10 metros más abajo y que estuvo habitada hasta hace unos veinte años, aunque era más grande no tenía ni luz ni agua corriente.

Como en todos los lugares de la zona, la hospitalidad era total, y nos dieron de comer todo tipo de manjares hechos en casa: aquí no conocen el supermercado.

El agua curativa de la fuente de Obarde

Soy bastante escéptico, pero realmente creo que el agua del pueblo tiene propiedades curativas. Dos fueron las razones; una, la piel de la abuela, era una persona que había trabajado con las manos toda la vida, y tenía la piel de las manos más suave y tersa que una quinceañera, sin ninguna mancha, la otra razón es que el abuelo se había cortado el dedo gordo de la mano con el hacha un mes antes de que nosotros fuésemos (cortado de que el dedo le colgaba de un trozo de piel), y tras solo 30 días apenas había rastro de la cicatriz y la única secuela era la uña que estaba partida en dos y faltaba el trozo central. Impresionante, ¿no?

Yo al lado de la fuente intentando recuperarme de la resaca

Aitor

La curiosidad me ha llevado a viajar por más de 70 países, y quiero inspirarte para que tú también viajes barato y sin miedo. En mi blog encontrarás guías de viaje, recomendaciones, consejos y anécdotas.

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