Llegamos a Hampi tras 7 horas de tren desde Goa. Bien es cierto que tuvimos que dejar la playa de Arambol el día anterior y pasar la noche en Margao (que nos salió la noche por un ojo de la cara) para poder subirnos al tren por la mañana, pero teniendo en cuenta que en India cualquier desplazamiento es una odisea; no fue para tanto.
Por cierto, os recomendamos nuestro por sobre viajar a India de mochilero, que te será de ayuda si estás viajando por India con un presupuesto reducido.
Al llegar a alguna zona turística en tren, hay vendedores que saltan dentro del tren cuando aun está en marcha para captar clientes; antes de que salgamos del tren y seamos pasto de las hordas de indios ávidos de dólares y euros. Vikram fue uno de esos que abordó el tren en marcha.
Cuando llegas a algún lugar en India, tienes que tener claro lo que vas a hacer, si dudas te comen vivo, y te llevan por donde ellos quieren: te llevan al hotel que ellos quieren, en el taxi que ellos quieren, te venden cualquier cosa. Por ello, la estrategia es clara, salir decidido del tren y alejarse 100 metros de la estación haciendo caso omiso a los cientos de indios que te intentarán agarrar, pasando de todos los que te dirán “Hello my friend, Come! Come!”.
Fácil, lo teníamos claro, pero Vikram tenía algo especial que nos hizo flojear, y al final nos subimos a su rickshaw: 200 rupias de Hospet a Hampi, “fixed price”.
No sabíamos que este iba a ser el comienzo de algo así como una amistad: nos ayudó a encontrar una guest house barata (ya que todas las que teníamos apuntadas nosotros tenían precios demasiado altos para nuestro presupuesto de mochilero), nos recomendó un par de sitios buenos en los que cenar y desayunar (sin que él se llevase comisión) y nos ofreció hacernos de guía por Hampi. La verdad es que había un feeling muy bueno entre nosotros, y decidimos contratarle para que nos hiciese de guía durante todo el día siguiente a cambio de 1200 rupias.
A las 8.30 de la mañana, Vikram se presentó en la puerta de nuestra guest house, nos llevó a desayunar a un sitio precioso al lado del río, y nos pusimos en marcha. La tarifa que nos cobró era mucho más barata que la que cobra cualquier otro guía en Hampi, la cuestión es que como su práctica es 100% intrusismo laboral, no podía entrar a los templos con nosotros, así pues, paraba su rickshaw al lado de cada templo, nos explicaba todo lo referente al templo o ruina, y nos esperaba fuera mientras nosotros nos deleitábamos.
La vida de Vikram
Todo fue normal, hasta que hicimos un break de 15 minutos. Nos pusimos a hablar a la sombra de un árbol, y nos contó su historia. Vikram tiene 30 años, y lleva 10 trabajando como conductor de rickshaw. Su padre murió hace poco, y ahora tiene que mantener a una familia de 7 miembros: su madre, su hermana, su hermano, su mujer embarazada, su hijo y él mismo. Es el único que trabaja, su hermano tuvo un accidente y no puede trabajar, su hermana trabaja de vez en cuando, pero no es feliz, y eso se deja notar en la familia, y su mujer cuida del bebé, y del segundo hijo que viene en camino. Con lo cual, Vikram es el único que trabaja y gana dinero en la familia; se despierta a las 3 de la mañana y se acuesta a las 11 de la noche.
A todo esto hay que sumarle la historia de amor con su mujer. Vikram y su mujer se enamoraron en el momento que se conocieron, pero al ser de distintas castas, sus familias no aceptaban su amor. Los padres de ella la custodiaban 24 horas al día, y no la dejaban salir sola a la calle para que no se viese con Vikram. Aun así, un día que salió al mercado con su madre, mientras su madre estaba despistada pidiendo y pagando, Vikram apareció con la moto, ella se subió, y los dos se escaparon; huyeron a otra zona, y se casaron. Pasaron 30 días alejados del mundo, y cuando volvieron a sus casas y anunciaron su casamiento, las reacciones fueron de lo más inesperadas: los padres de ella mostraron un gran respeto por Vikram, pero la madre de Vikram nunca entendió el casamiento. Además, por lo que le entendí, era un pesar para toda la familia, y ahora no podían casar a su hermana (debía de costar más caro colocarla).
Nos quedamos ojipláticos con la historieta. Seguimos nuestra excursión por Hampi, pero a partir de ese momento sentíamos que éramos tres amigos los que estábamos explorando Hampi: Adrián, Vikram y yo. Terminamos el día viendo el atardecer en un montecito de la zona.
Vikram es una de esas personas que te hace sentirte como en casa, nos decía una y otra vez que si nos pasaba cualquier cosa contactásemos con él, que él nos ayudaría; y así fue. El último día un mono atacó a Adrián, y lo primero que hicimos fue llamar a Vikram, que nos llevó a una farmacia para que comprásemos la vacuna antitetánica. Le invitamos a cenar, y nos llevó de vuelta a la estación de tren.
Nos gustaría ayudarle de alguna manera, y se me ha ocurrido hacer este post contando su historia, también le hemos dado su contacto a todas las personas que hemos conocido hasta la fecha y que tenían pensado ir a Hampi.
Vikram tiene una página de Facebook que se llama “Vikram One & Only Ricksha”, sería un bonito gesto que todos los que leáis este post le sigáis en su página, ¡Muchas gracias! 🙂
Good for Vikram. You were right and, this time, we’ll not forget.