Mirissa fue nuestro segundo destino en Sri Lanka. Un lugar turístico, tranquilo, con una playa enorme y unas olas de lo más divertidas. Encontramos alojamiento en la casa de unos locales, y nos cuidaron genial; los desayunos eran un escándalo.
Pasamos los dos días de Mirissa en la playa, no tumbados tomando el sol, porque el calor era insoportable y porque la fuerza del sol es puro terrorismo, pero paseando mientras bebíamos agua de coco o jugando con las olas.
No tengo mucho más que decir de Mirissa, encontramos un lugar baratísimo en el que comer, y el resto, os lo mostramos en imágenes.
De Mirissa marchamos a Tangale, un sitio de lo más tranquilo en el que tuvimos la oportunidad de vivir una bonita experiencia con la gente local.