Tiroteo en la puerta del hostal

He llegado hoy a Johannesburgo. Ha sido un palizón, 56 horas han pasado desde que salí de mi hostal en la costa marroquí: conducir a Marrakech medio dormido, pagar una multa por exceso de velocidad, tener problemas para entregar el coche y para cruzar el control de inmigración, que el piloto salga por la ventanilla para meterme prisa, volar a Madrid, disfrutar de la hospitalidad de Luis y Ana, volar a Abu Dhabi, tirarme 7 horas en el aeropuerto, segunda escala en Seychelles, aterrizar con dos horas de retraso en Johannesburgo, informarme en todas las compañías de alquiler de coches del aeropuerto, y un metro y un taxi después, por fin llegué al hostal.

Calma y tempestad

Cansado y aturdido, tantos lugares, tantas situaciones dispares, tantos contratiempos que resolver en tan solo 56 horas, pero por fin estoy tomándome una cerveza (que en Sudáfrica son de 750 ml y cuestan 2€) en el balcón del hostal. La temperatura es perfecta, y corre una suave brisa mientras saboreo el premio y me relajo, la sensación de satisfacción me embriaga, y de repente oigo tres «chasquidos». Tardo como dos segundos en reaccionar; ¿qué ha sido eso? ¿fuegos artificiales?

Centro la atención en la calle y veo cómo un chico negro se mira la cintura con cara de no creerse lo que ha pasado, es igual que cuando disparan al bueno en las películas, el tiempo se detiene, y la cara de incomprensión del chico se acentúa. Entonces, se agarra la cintura y se empiezan a oír algunos gritos, no suyos, porque el chico es incapaz de reaccionar.

Segundos más tarde varias personas forman un círculo alrededor del chico, pero nadie se acerca a él, como si tuviese el ebola, hasta que un amigo suyo corre hasta él y le ayuda a sentarse en uno de los bancos de la entrada del hostal.

Se ha sentado justo debajo de mi, a unos 4 metros de mis ojos, veo cómo el banco se llena de sangre, y cómo le brota sangre desde un punto de la espalda, creando una mancha cada vez más grande en su camiseta. Estoy congelado, en shock, ¿podríais creeros que acaban de pegar un tiro a alguien a escasos metros de vosotros?, pero, esto está pasando, es la puta vida real, han pegado un tiro a un tío en la calle.

En nuestra calle hay un guardia de seguridad cada 50 metros, y en cosa de un minuto hay unos cuantos congregados frente a la entrada, no saben que hacer, ni saben cómo ni por qué ha pasado. Una señora mayor entra en escena, y le ata un pañuelo alrededor de la cintura al pobre chico, a modo de faja, para ralentizar la hemorragia, mientras el amigo le da ánimos sin descanso.

El chico no ha gritado, ni ha gemido ni se ha quejado en ningún momento, no tiene fuerzas que perder, simplemente se agarra la cintura y espera paciente. No pierde el conocimiento, pero cada vez se le ve más mareado.

Otro par de minutos más tarde aparece un taxi a toda mecha, es un Mercedes con asientos de cuero; el chofer parece conocer al chico y a su amigo. Meten al chico que ya está medio grogui en el coche y el coche se pierde en la oscuridad a toda velocidad.

Yo sigo congelado, incrédulo, me tiembla todo el cuerpo, ¿¿qué cojones acabo de vivir??

No apareció ni la ambulancia ni la policía (¿a nadie le interesa dónde acabaron las otras dos balas?), y la calle se quedó en silencio de nuevo.

La historia no ha terminado…

Tras hablar por whatsapp con mi amigos y contarles lo sucedido, me marcho a dormir, estoy exhausto, pero al tumbarme en la cama empiezan a brotar lágrimas de mis ojos, no puedo dormir, no paro de pensar, intento racionalizar mis pensamientos, y oigo más disparos.

Al de un rato me levanto de la cama, y me siento en un banco del patio interior del hostal, tengo el móvil en la mano, porque quiero conectarme al WiFi y hablar con mis amigos, pero en el otro extremo del banco está sentado el chico de la recepción, fumando, y le saludo por cortesía:

-Hey, how are you?

-I’m good, and you?

-Good… a bit shocked because of what happened.

– Yes, it was my brother.

Bufff… vaya marronazo, salir en busca de consuelo y encontrarme hablando con el hermano del chico al que acaban de pegar un tiro. Me cuenta que no saben quien ha sido ni por qué lo ha hecho, que su hermano ha perdido mucha sangre, y justo le llaman al móvil, es su madre, que ya está en el hospital. ¿¿Qué mierda es esta?? ¿Qué puñetas le tengo que decir a este pobre hombre? ¿Cómo se consuela a alguien cuando le han pegado un tiro a su hermano? Si alguien tiene la respuesta que me la escriba en un comentario, porque yo no sé que decir… así que opto por darle un par de palmaditas cariñosas en la espalda y decirle que se pondrá bien; me siento ridículo :S

El chico termina de fumar y se marcha, hablo con mis amigos un ratillo, y me voy a la cama. Sigo sin poder dormir, así que me pongo a escribir este texto, no sé si lo publicaré o no, pero necesito entender lo que acabo de vivir, y escribir me suele ayudar.

Reflexiones en caliente

Siempre digo que me gustaría vivir todas las experiencias que este mundo pueda ofrecer, pero veo que no. Cuando sucedió el terremoto de Nepal tenía varios amigos que se encontraban en Katmandú, y llegué a sentir cierta envidia, porque ellos saben lo que es vivir un terremoto, y yo no, lo mismo pensé cuando hablé con los amigos que estaban en Chile cuando sucedió el terremoto hace poco.

No son pensamientos que yo elija, simplemente mi extrema curiosidad hace que broten estas ideas. Pero veo que no, no hay porque vivirlo todo, de hecho hay cosas que es mejor no vivirlas, no hay necesidad, no es buena idea.

Tiene pinta de que va a ser una de esas experiencias que dejan cicatriz en la personalidad de uno mismo, ya me ha pasado más veces, vivir una situación algo traumática, que aparentemente no deja ningún efecto secundario, pero ir dándome cuenta con el tiempo de que ese suceso ha tenido mucha importancia en la evolución de mi persona.

Cuando estuve en Varkala (India) coincidí con unas chicas españolas que habían vivido un porrón de años en centroamérica, y nos contaron un par de escenas que habían vivido allí: iban andando por la calle cuando alguien sacó una pistola, pegó un tiro en la cabeza a otro y se marchó, iban a salir de casa para ir a trabajar y se encontraron a un tío muerto en la puerta del portal con un tiro en la cabeza, estaban intentando salir del autobús pero alguien bloqueaba el pasillo, se acercaron para pedirle que les dejara salir y vieron que el tío tenía una pistola en la mano y estaba atracando a un señor del autobús, etc.

Como quien dice, yo era bastante virgen en aquel entonces, sólo llevaba dos meses viajando, y todo me parecía impresionante, me preguntaba cómo sería vivir esa experiencia, curiosidad, nerviosismo y miedo se mezclaban al escuchar las anécdotas, pero hay cosas que simplemente no deberían suceder.

No tengo argumentos, de hecho, tampoco le vendría mal al planeta tierra que se redujese el número de seres humanos, que se mueran (o que muramos) unos cuantos millones y liberar carga, pero lo que he sentido en ese momento… me ha dejado claro que estas situaciones no han de suceder, las armas de fuego no deberían ser legales, y menos estar a disposición de cualquiera.

He escrito todo esto en caliente, y puede que se note mi falta de temple, puede que haya algún tipo de incoherencia, o falta de argumentación por mi parte, pero en este momento es lo que ha brotado de mi mente. No es el estreno ideal en Sudáfrica, pero es el que me ha tocado.

Aitor

La curiosidad me ha llevado a viajar por más de 70 países, y quiero inspirarte para que tú también viajes barato y sin miedo. En mi blog encontrarás guías de viaje, recomendaciones, consejos y anécdotas.

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4 comentario en “Tiroteo en la puerta del hostal

  1. «Las guerras son necesarias» he escuchado de la boca de más de uno proviniente de la cómoda realidad europea. Nadie debería vivir violencia, la violencia es una puta mierda, solo sirve para generar vacío en las personas, y el vacío tristeza, la tristeza enfado y el enfado odio, el odio juzga a la persona y las personas juzgadas se sienten en peligro y el peligro genera miedo. Es asqueroso. Y escribo el comentario desde el sofá de mi casa, sabiendo que los principios se rompen cuando uno se encuentra en situaciones extremas. Pero ¿que yo rompa mi principio de no matar solucionaría algo o desencadenaría lo anteriormente descrito? Ojalá nunca lo sepa, lo deseo con toda sinceridad.

  2. Ez dago inkoherentziarik testu guztian. Gogorra da kontua. Entzunda geunkan Hegoafrika horrelakoa dala, baina beti pentsetan dogu auzo batzuetan izango dala eta ez dala orokorra izango. Ezer galtzeko ez daukanak ez dau askorik behar horrelakoak egiteko. Gainera, kaleko legea («neu nagusi edo musturrak hautsi») edo oihaneko legea («edo zu edo ni baina biok ezin iraun») arau daukonaren aurrean, mendebaldeko kultura judukristauan hezi garanok («bizia danaren gainetik») ez dogu joko arau berberakaz jokatzen, ez gagoz lehia horretan parte hartzeko, galtzaile izan gura ez badogu, behintzat.
    Animo, gora bihotza, eta argi ibili. Oso argi.

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