Viviendo el día a día con los locales en Mandalay

Mandalay es la segunda ciudad más grande de Myanmar, e incluso fue la capital del país por un breve periodo. Es una gran ciudad asiática: tráfico, polvo, polución, etc. De todas formas, no ha perdido la esencia del pueblo birmano: los locales siguen viviendo de una manera tradicional, dentro de lo que cabe.

En Mandalay todo el mundo viste la ropa tradicional, y cada oficio tiene su calle: los que trabajan el mármol en una, los carpinteros en otra, los artesanos que trabajan el oro tienen la suya propia, la venta de productos tecnológicos se agolpa en una calle, etc. Todo esto, acompañado de templos, pagodas y estupas de todos los colores.

Cómo llegar y dónde alojarse

Llegamos a Mandalay desde Bagan, 4 horas metidos en un minibus al que se le rompió el aire acondicionado a mitad de camino. A unos 10 kilómetros de la ciudad, el autobús paró y un montón de taxistas se acercaron a nosotros intentando convencernos de que el autobús nos dejaría muy lejos de nuestro hostal y que era mejor pagar 2.000 kyats (2$) e ir con ellos: todo una estafa. El autobús nos dejó al comienzo de la calle en la que se situaba nuestro hostal: Yoe Yoe Lay, un lugar que recomendamos muy fuertemente. Allí conocimos a un montón de mochileros (cosa no muy frecuente en ciertas zonas de Myanmar), y aunque no había espacio para nosotros en el hostal, la dueña nos dio una bienvenida de lo más refrescante con zumo de naranja y algunos snacks, antes de ofrecernos cobijo en su propia casa por el módico de 7$ por persona. Así pues, dormimos en el suelo de la casa de la dueña las dos noches que estuvimos en Mandalay.

Qué ver y hacer

Para ver la ciudad optamos por alquilar unas motos (12 dólares por moto), ya que es la manera más barata de moverse y llegar a los lugares más recónditos. Cabe decir, que las dos veces que Adrián y yo nos hemos subido a una moto la cosa ha terminado en tragedia. Esta vez, por el contrario, la cosa fue bien, condujimos con precaución abriéndonos paso en el caos, y no tuvimos que lamentar daño alguno 🙂

Myanmar está lleno de pagodas y templos, y Mandalay no se queda atrás en este sentido. Tienes mil templos que puedes visitar, pero nosotros optamos por visitar solo uno de ellos, situado en la cima de la colina y desde la cual se ve todo Mandalay. El resto del día lo pasamos observando a la gente local hacer sus cosas.

En el marble carving district trabajan el mármol, y proveen a todo el país de estatuas de Buda hechas de mármol. A lo largo de la calle, en el lado izquierdo, hay un muro blanco que en un momento se ve quebrado por una puerta que da acceso a una zona de ruinas arqueológicas; es como un pequeño Bagan. Al adentrarnos en esa zona pudimos ver monjes estudiando, conductores de tuc-tuc descansando, niños divirtiéndose… en definitiva, el día a día de los locales; toda una gozada.

Para contemplar el atardecer, nos acercamos hasta el puente U Bein, denominado por las autoridades locales como «el puente más temible del mundo». La verdad es que no da mucho susto, aunque sí que tiene cierto peligro. Miedos aparte, es un sitio genial para disfrutar del atardecer.

Aprovechamos antes de cerrar el post para recomendaros esta otra publicación en la que te contamos todo sobre los trámites del visado de Myanmar; cómo conseguirlo online, cómo conseguirlo en la Embajada de Myanmar, etc.

Aitor

La curiosidad me ha llevado a viajar por más de 70 países, y quiero inspirarte para que tú también viajes barato y sin miedo. En mi blog encontrarás guías de viaje, recomendaciones, consejos y anécdotas.

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